La Ley de la Analogía
Segunda parte
Dios es amor absoluto. El no posee ni el castigo, ni la tortura. El no condena ni rechaza, Dios es amor, la esencia del Padre es amor, es Su analogía. La ley de Dios, la ley de los Cielos absolutos no conoce la ley de causa y efecto. Esta ley es abarcada por la ley eterna, la ley del infinito. La ley de causa y efecto no irradia a la ley absoluta, a la ley de los Cielos. Allí no hay causa, alli tampoco se puede producir ningún efecto contrario, allí hay amor absoluto. De esta manera la ley del amor absoluto envuelve a la ley de causa y efecto.
También podríamos decir que la ley de causa y efecto, la ley de siembra y cosecha, de la cual es una ley plasmática, envuelta en la ley absolutamente libre del amor divino.
Queridos amigos: ¿cómo se formó la ley de causa y efecto, la ley de siembra y cosecha, de la cual habló Jesús de Nazaret?; en última instancia por la Caída, por un pensamiento contrario. Esta fuerza contraria envolvió al ser espiritual, es decir, que ya no pudo quedarse en la ley absoluta del amor y fue cayendo cada vez más profundamente. Fue envuelto cada vez más por sensaciones y pensamientos contrarios y más adelante por palabras y actuaciones. Hablando globalmente, el hombre se formó de esta manera. El alma y el hombre están envueltos por las propias sensaciones, por los propios pensamientos, por las propias palabras y obras. Toda la humanidad, todas las almas en los ámbitos de purificación forman en general la ley de siembra y cosecha, de causa y efecto. Esta ley influye en los cuatro ámbitos de purificación a los cuales pertenece la Tierra de este sistema solar.
Queridos amigos, preocupémonos ahora de la ley de la analogía, de la siembra, no de la cosecha. Lo que el hombre siembra cosechará. Es decir, lo que piensa y habla hacia su interior, eso vuelve a ser activo, tanto lo positivo como lo negativo. Si el alma y el hombre están llenos del amor infinito, entonces sólo fluirá amor del hombre, no importa lo que le diga el vecino, ni tampoco lo que el prójimo piense de él. Sin embargo, si el alma está cargada, entonces el hombre reacciona según su carga. Es decir, que el alma es magnética; acoge de vosotros lo positivo igual que lo negativo. Lo que el alma acoge lo irradia a través del hombre; esto es asimismo el aura, llamada también la corona del hombre...
Continúa...
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