domingo, 11 de noviembre de 2007

La Ley de la Analogía

Cuarta parte


Oh, daos cuenta, en el mismo momento dirá el que vive en la auto-observación y en la auto- reflexión: “aquí existen causas dentro de mí. En contra de estas causas tengo que luchar con mis propias fuerzas. ¿Qué es lo que está actuando en mí?”. El que se esfuerza seriamente en explorarse a sí mismo, ése será ayudado, desde dentro, con la fuerza del amor, para que reconozca estas causas, se arrepienta y haga penitencia; si han sido expiadas ya no llegarán a ser activas.

Queridos amigos, cuantas veces dice el hombre:
“Éste o aquél no practica el amor". Al decir éstas palabras, el mismo que las dice se excita. ¿Por qué se excita? Pues porque él mismo practica poco el amor.

Volvamos a la fuerza eterna del amor eterno. Dios nunca dirá: “reconócete a ti mismo, tú no practicas el amor”. Dios regala amor, aunque el rayo de amor que te toque sea pequeño, porque tú te has apartado de Su amor y vives en el amor propio. Pero Dios nunca te dirá excitadamente: tú eres un hombre sin amor”. Dios dice: reconócete a ti mismo, mira. Yo soy el amor; cuanto más amor desarrolles, más te acercarás a Mí y más iré Yo hacia ti.

Queridos amigos, queridos hermanos, la ley de analogía es también la ley del reconocimiento. Lo que está todavía en vosotros, es lo que habla a través en vosotros. Tal y como sois en vuestro interior, así sentís, pensáis, habláis y actuáis. Reconoced la gracia inmensa de nuestro Padre eterno a través de Cristo; a través de Su obra redentora estáis acogidos por Dios, la luz todopoderosa, acogidos en la ley de causa y efecto. Pero, ¿cuándo podréis ser recibidos en la ley absoluta, Dios? Sólo si salís de estas cuatro esferas de purificación hacia lo absoluto...
Continúa...

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