La Ley de la Analogía
Octava parte
Queridos amigos, esta ley de la analogía es enorme y variada, os abre tantos aspectos parciales en vuestra vida, os da tantas posibilidades para reconoceros a vosotros mismos. Más de uno entre vosotros piensa, se hace la pregunta: ¿Dónde se encuentran mis causas? ¿qué pasa si reacciono así o de otra manera. Queridos amigos, referente a la ley de la analogía sugiero que hagan dos coloquios, para que cada uno tenga la posibilidad de preguntar, para que comprendáis los detalles que aquí he descrito sólo brevemente. Por favor, captad la gran entidad, captad el sentido de mis palabras. Dios es amor, Dios está lejos de la ley de causa y efecto. En cuanto pedís a Dios que os ayude, en cuanto os arrepentís y hacéis penitencia, el núcleo de ser del alma empieza a brillar más intensamente. La fuerza eterna irradia incrementadamente en el alma y en el cuerpo y os ayuda a superar o quitar lo que es bueno que sea quitado de vuestra alma. Reconoced queridos amigos, vosotros no tenéis que cargar con vuestras causas, si las reconocéis a tiempo, os arrepentís y haces penitencia; pero en cuanto viváis en el mundo y con el mundo, si vivís desengranados, sin control de pensamientos, si os entregáis a cada libertinaje y dejáis que se incremente, entonces la fuerza eterna disminuye en vosotros.
EL amor está presente, pero la luz, el amor, es mínimo porque el amor propio está activo en el alma y en el hombre. El hombre, por lo tanto, está traspasado por la ley de causa y efecto. Sin embargo, en cuanto el hijo de Dios se esfuerza, el núcleo de ser empieza a vibrar. Dios y el espíritu protector se va acercando al hombre. En cuanto pensáis positivamente, en cuanto oréis con el corazón, la fuerza del amor se incrementa en vosotros. En cuanto os apartáis del amor, mediante una vida ya sólo contraria a la ley, la fuerza del amor disminuye, pero Dios, el amor, está presente. La fuerza, la intensidad de este amor en el alma y en el cuerpo la determináis vosotros, por vuestro comportamiento, por vuestra vida.
Continúa...
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