domingo, 11 de noviembre de 2007

Este mensaje ha sido ordenado en 10 partes o capítulos.


La Ley de la Analogía

Primera parte


En nombre del Todopoderoso saludo a la comunidad del Señor: Queridos amigos, os saludo en nombre de Dios. Se manifiesta el hermano Enmanuel, un siervo del Señor.

Queridos amigos, empecemos enseguida con el tema “La ley de la Analogía”. Más de uno de entre vosotros se ha hecho la pregunta ¿qué ley puede ser ésta?. Más de uno ha dicho: yo conozco sólo la ley del Todopoderoso y la ley de causa y efecto, que está arraigada en la Ley del Todopoderoso, en la ley absoluta todopoderosa. Entonces, ¿qué es la ley de la analogía?. La ley de la analogía es un aspecto parcial en la ley de causa y efecto es la causa misma y no el efecto. Partimos de la base de la vida divina, Dios es amor absoluto, Dios no conoce ni enfermedades, ni preocupaciones, ni problemas, ni trastornos ni otras muchas cosas.

Todos estos aspectos no los posee Dios, el amor eterno. Dios el Amor, irradia a través de las virtudes y de las cualidades, a través de los principios del infinito. Si el hombre invoca el orden, entonces contesta el amor de Dios a través del orden. Si el hombre invoca la voluntad del Padre, entonces el amor del Padre contesta a través de la voluntad...

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La Ley de la Analogía

Segunda parte


Dios es amor absoluto. El no posee ni el castigo, ni la tortura. El no condena ni rechaza, Dios es amor, la esencia del Padre es amor, es Su analogía. La ley de Dios, la ley de los Cielos absolutos no conoce la ley de causa y efecto. Esta ley es abarcada por la ley eterna, la ley del infinito. La ley de causa y efecto no irradia a la ley absoluta, a la ley de los Cielos. Allí no hay causa, alli tampoco se puede producir ningún efecto contrario, allí hay amor absoluto. De esta manera la ley del amor absoluto envuelve a la ley de causa y efecto.

También podríamos decir que la ley de causa y efecto, la ley de siembra y cosecha, de la cual es una ley plasmática, envuelta en la ley absolutamente libre del amor divino.
Queridos amigos: ¿cómo se formó la ley de causa y efecto, la ley de siembra y cosecha, de la cual habló Jesús de Nazaret?; en última instancia por la Caída, por un pensamiento contrario. Esta fuerza contraria envolvió al ser espiritual, es decir, que ya no pudo quedarse en la ley absoluta del amor y fue cayendo cada vez más profundamente. Fue envuelto cada vez más por sensaciones y pensamientos contrarios y más adelante por palabras y actuaciones. Hablando globalmente, el hombre se formó de esta manera. El alma y el hombre están envueltos por las propias sensaciones, por los propios pensamientos, por las propias palabras y obras. Toda la humanidad, todas las almas en los ámbitos de purificación forman en general la ley de siembra y cosecha, de causa y efecto. Esta ley influye en los cuatro ámbitos de purificación a los cuales pertenece la Tierra de este sistema solar.

Queridos amigos, preocupémonos ahora de la ley de la analogía, de la siembra, no de la cosecha. Lo que el hombre siembra cosechará. Es decir, lo que piensa y habla hacia su interior, eso vuelve a ser activo, tanto lo positivo como lo negativo. Si el alma y el hombre están llenos del amor infinito, entonces sólo fluirá amor del hombre, no importa lo que le diga el vecino, ni tampoco lo que el prójimo piense de él. Sin embargo, si el alma está cargada, entonces el hombre reacciona según su carga. Es decir, que el alma es magnética; acoge de vosotros lo positivo igual que lo negativo. Lo que el alma acoge lo irradia a través del hombre; esto es asimismo el aura, llamada también la corona del hombre...
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La Ley de la Analogía
Tercera parte


Queridos amigos, Dios, el amor eterno, actúa como infinita gracia y misericordia en este mundo, en cada hombre. Más de uno dice: yo debo cargar con el efecto de las causas que produje, venga lo que venga. Otros dicen: no sé lo que quizás he hecho en vidas anteriores en el sentido positivo o negativo. Y otros dicen: yo estoy ciego y tengo que cargar con lo que antaño produje yo mismo. Queridos amigos, esto no es así. Dios el amor, os dio la ley de la analogía.

El hombre que se observa a sí mismo muy pronto se reconocerá a sí mismo, gracias a esta ley. Así que por la gracia del eterno, puedes reconocer dentro de ti las causas que todavía no han llegado a su efecto. O sea, que puedes arrepentirte de las causas, esto significa que puedes hacer penitencia y que serás perdonado. De esta manera la causa, que antaño se produjo, no llega a ser activa . Por eso reconoceos a vosotros mismos en la ley de la analogía.

Queridos amigos, aquí os doy algunos ejemplos para que logreís entender mejor esta ley divina.
Os encontráis con un conocido; os acercaís a él, a vuestro prójimo, con amabilidad. De repente, sentís que el conocido no tiene buenas intenciones con vosotros, que lo que lleva dentro de sí estalla ahora en él. Os reprocha vuestra falta de amor, os menciona faltas y debilidades. Él cree que mucha de las cosas que habéis hecho están mal. Ahora depende de vosotros como reaccionaís. Si estáis excitados, si os enfadáis intensamente con palabras y pensamientos, si se produce una disputa, si vosotros os defendéis, tenéis que pensar: aquí me reconozco a mí mismo. Mi prójimo sólo me dio el impulso para que me reconociera a mí mismo. Lo que me ha irritado en mí prójimo, lo mismo o algo parecido está todavía en mi persona. Él sólo tocó mis causas, mi propia analogía. En el mismo momento en que el prójimo viene hacia vosotros y os habla contrariamente, la ley de la analogía entra en vibración. Vosotros ya no podeís reteneros. Irritados devolvéis lo que actúa en vosotros.
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La Ley de la Analogía

Cuarta parte


Oh, daos cuenta, en el mismo momento dirá el que vive en la auto-observación y en la auto- reflexión: “aquí existen causas dentro de mí. En contra de estas causas tengo que luchar con mis propias fuerzas. ¿Qué es lo que está actuando en mí?”. El que se esfuerza seriamente en explorarse a sí mismo, ése será ayudado, desde dentro, con la fuerza del amor, para que reconozca estas causas, se arrepienta y haga penitencia; si han sido expiadas ya no llegarán a ser activas.

Queridos amigos, cuantas veces dice el hombre:
“Éste o aquél no practica el amor". Al decir éstas palabras, el mismo que las dice se excita. ¿Por qué se excita? Pues porque él mismo practica poco el amor.

Volvamos a la fuerza eterna del amor eterno. Dios nunca dirá: “reconócete a ti mismo, tú no practicas el amor”. Dios regala amor, aunque el rayo de amor que te toque sea pequeño, porque tú te has apartado de Su amor y vives en el amor propio. Pero Dios nunca te dirá excitadamente: tú eres un hombre sin amor”. Dios dice: reconócete a ti mismo, mira. Yo soy el amor; cuanto más amor desarrolles, más te acercarás a Mí y más iré Yo hacia ti.

Queridos amigos, queridos hermanos, la ley de analogía es también la ley del reconocimiento. Lo que está todavía en vosotros, es lo que habla a través en vosotros. Tal y como sois en vuestro interior, así sentís, pensáis, habláis y actuáis. Reconoced la gracia inmensa de nuestro Padre eterno a través de Cristo; a través de Su obra redentora estáis acogidos por Dios, la luz todopoderosa, acogidos en la ley de causa y efecto. Pero, ¿cuándo podréis ser recibidos en la ley absoluta, Dios? Sólo si salís de estas cuatro esferas de purificación hacia lo absoluto...
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La Ley de la Analogía

Quinta parte


Si digo,-Dios no reconoce la ley de causa y efecto- entonces quiero decir: Dios no es esa ley, Dios es la Ley Absoluta que contiene la ley de causa y efecto. La humanidad, todas las almas en los ámbitos de purificación son la ley de causa y efecto.

Queridos amigos, un ejemplo más: Uno de vuestros semejantes os calumnia y se burla de vosotros, dice muchas cosas malas sobre vosotros y os daís cuenta de que no es cierto. En vuestro interior no se produce ninguna irritación, por el contrario, a causa de estas calumnias, de estos ataques, desde dentro de vosotros fluye amor hacia aquél que os está calumniando, que os insulta, entonces podéis estar seguros de que esto mismo o algo parecido de lo que vuestro prójimo ha dicho, ya no está en vosotros. ¿Por qué está en el prójimo, por qué está en aquél que os calumnia y se burla de vosotros? En una vida anterior habéis tratado con esta persona, lo habéis reconocido a tiempo, habéis reconocido vuestra falta, habéis hecho penitencia, estáis libres. En él, sin embargo, vibra todavía todo aquello que quizá ha sido la causa en las vidas anteriores o en esta vida.

En el momento que dejáis fluir amor, en el momento que envolveréis al hombre, sin palabras, con una sensación desinteresada, le dais al alma del otro el impulso para pensar sobre sí mismo. En esta otra vida, en los ámbitos de purificación, el hombre o el alma sentirá entonces la sensación de amor, y vendrá hacia vosotros como hermano o hermana en el espíritu.
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La Ley de la Analogía

Sexta parte


Queridos amigos, cuanto más el alma y el hombre se aparta del principio eterno, de Dios, de Su amor, es cuanto más se retira de la Ley Absoluta, la Ley- la ley del amor absoluto. El núcleo de ser de vuestra alma no se puede cargar; pero su fuerza de irradiación disminuye más y más. O sea, que en cuanto viváis más en el mundo y estéis con el mundo, será más pequeña la luz del alma. Él, el hombre, percibe analogía, por lo tanto, es una ley parcial en la ley de causa y efecto, de siembra y cosecha. Tal como tú sientes, como piensas, como hablas y vives eres tú. Esto es todavía tu ser interno.

Queridos amigos, el hombre tiene una y otra vez la posibilidad de reconocerse a sí mismo, por el contacto con el prójimo, por el subconsciente que es activo, por la conciencia, los muchos pensamientos y sensaciones que pasan por vuestra cabeza. Éstas son, una vez más, vuestras analogías. Lo que os ocupa diariamente, lo que os mueve una y otra vez, esto está todavía en vosotros. Si vosotros sois amor absoluto habéis llegado a ser perfectos, si sois divinos, la imagen de vuestro Padre, entonces ya sólo irraderéis amor a través del rayo del orden, a través del rayo de la voluntad, de la sabiduría, de la seriedad, de la paciencia, del amor y de la misericordia. Estas siete fuerzas del infinito, las cuatro cualidades y las tres virtudes de Dios, son vuestra herencia.
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La Ley de la Analogía

Séptima parte


Así que tomad vuestra herencia, purificando poco a poco el alma y el cuerpo, llegando así a ser otra vez divinos. Dios, la fuerza eterna está más cerca de vosotros que vuestros brazos y piernas, más cerca de vuestra respiración. La fuerza eterna está en cada partícula de vuestra alma, en cada célula de vuestro cuerpo. El que se orienta hacia la fuerza eterna llegará realmente a liberarse del ego inferior, de tendencias e inclinaciones que vibran en este mundo y en los mundos astrales.

Queridos amigos, Dios, la luz eterna, el amor eterno en Cristo, os regala un don maravilloso, la ley de la analogía.

Ya ahora podéis investigar vuestras causas, observandoos a vosotros mismos. Si estáis excitados, cuando vuestro prójimo os dice algo que quizás sea incómodo para vosotros, entonces reconoceos a vosotros mismos, no digáis que es el prójimo, si no decid: soy yo. Mi hermano o mi hermana sólo me dio el impulso para reconocerme a mí mismo. El que se sirve de la ley de la analogía tiene en verdad la llave en la mano. Él también siente que cada enfermedad o malestar no es otra cosa que una causa que ha llegado a su efecto. Y todo lo que está vivo dentro de vosotros y todavía no está activo, es la ley de la analogía.
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